7 de noviembre de 2015

Porque toda mujer tiene un Mr Big en su vida.

El principal problema de Mr Big es que, efectivamente, es inalcanzable pero no porque sea demasiado rico ni demasiado guapo ni demasiado perfecto. Tampoco porque tenga un trauma pasado que Carrie tiene que ayudarle a superar, sino porque, en realidad, no quiere a la protagonista. O se quiere mucho más a sí mismo, que viene a ser lo mismo.
Tener un Mr. Big en tu vida significa, tener un hombre con el que vuelves a tropezar de nuevo una y otra vez, esperando que esta vez sea diferente y que él se dé cuenta de que eres la mujer de su vida y que cambie y que, por tanto, el "amor verdadero" finalmente triunfe.

Tropezar con la misma piedra.

Mr. Big tiene el talento de herirte repetidamente más que nadie, aunque no se de ni cuenta, porque para él lo primero es él, su trabajo, su posición social, su vida.
Lo llamas el "amor de tu vida" pero no porque te complementen y te llene más que nadie, sino porque la repetición y los encuentros y desencuentros magnifican el vínculo e idealizan la magia de la relación de pareja. ¿De verdad crees que es casualidad que las grandes historias de amor estén trufadas de problemas y obstáculos insalvables?
Basta con que tu Mr. Big personal vuelva contigo, aunque ni siquiera te lo suplique ni demuestre arrepentimiento ni pida perdón, para que tu corazón se vuelva loco otra vez. ¡Ahora sí! Te ha escogido, se ha dado cuenta. El amor verdadero siempre triunfa...
Pero Mr. Big volverá a las andadas de nuevo y te destrozará el corazón con su egoísmo porque sólo tú sientes la magia y sólo tú estas dispuesta a anteponer la relación a tus deseos, tus sueños, tu trabajo, tus amigos y familia y tu propio yo. Algo que visto con la mente despejada no resulta precisamente atractivo.

Fascinada por los chicos malos.

Y, por el camino, vas perdiendo a algunos hombres buenos. No te sientes atraída por los hombres sonrientes, felices y con caras amables o simpáticas. Prefieres los engreídos, orgullosos, desafiantes y canallitas. Like him.
Es mejor un amor que te acepte como eres y por el que no tengas que aniquilar aspectos de tu vida y de tu personalidad. Mr. Big ya te conoce, no tienes que actuar, ni preocuparte por tu comportamiento, él te quiere y te ha aceptado todo este tiempo tal y como eres. Punto a su favor.

Mi yo más indefenso.

Mr. Big representa tu fascinación por el amor, tu yo más débil que se ilusiona y se obsesiona con un hombre que no está a la altura de tus deseos (quizá porque son desmedidos y poco realistas); un yo que piensa que tiene una gran suerte porque este hombre poderoso, fuerte, inteligente (o lo que sea) se ha fijado en ti y, lo peor de todo, que en el fondo no nos lo merecemos. Y si no lo merecemos, ¿él puede hacer lo que quiera con nosotras?
Supongo que tienes que trabajar en tu autoestima mientras te niegas a reincidir con ese amor que ya te ha destrozado una y otra vez. Aunque duela. Porque, si no, te pasaras la vida esperando, dentro o fuera de una relación con él, y recibiendo golpes cada vez más dolorosos y humillantes. 

Amor verdadero.

Como toda fan de Sex and the City, sabes que Mr. Big después de docenas de rompimientos con Carrie, se queda con ella, John James Preston la elige diciendo "Carrie, you are the one".

Te hace razonar que después de todo el amor verdadero no es perfecto, que existen momentos buenos y malos, te desafías a ti misma imaginando que al final de todo se quedan juntos, ignorando que probablemente no sea así, recuerdas las veces que han estado juntos y te es imposible imaginarte una vida sin él, que no existe hombre en la tierra que te haga sentir como él, incluyendo lo que no te gusta, porque hasta eso adoras.

Mientras sucede.

Estar atada a esa relación esperando a que eso pase quizá te va costar dejar pasar otros buenos amores, pero te consolarás diciendo que ninguno como él y que probablemente de igual manera te hubiera destrozado el corazón. Pero ¿si no?. Mientras eso sucede, seguirán ocurriendo altas y bajas hasta el grado de pensar las mismas palabras que Carrie: "ya metimos la pata de todas las maneras posibles, ¿qué más puede pasar?".

Al final de todo te das cuenta que estar con él duele, pero estar sin él duele más y es mucho peor, así que decides estar con él, quererlo y disfrutar el momento, total, lo peor que puede pasar es que te rompan el corazón. Otra vez.

6 de octubre de 2015

Carta para la chica que veo todos los días en el espejo.

¿Qué estás haciendo? Tú no eres así. Eres una mujer fuerte e independiente.

No eres esta criatura débil que estás mostrando. No eres esa mujer.

Siempre parece que tienes las cosas claras. Decides que ésta será la última vez, que nunca más volverá a suceder. Pero sucede. Una y otra vez. Y eso te agota.  Sabes cuál es la verdad, pero no es fácil asumirla. Y todavía es más difícil cuando él te promete la luna una y otra vez. Y por eso vuelves en su búsqueda. Te niegas a aceptar que lo que sientes no es real. 

Lo peor de todo es que crees que esta vez él finalmente se dará cuenta de que te ama y dejará, al fin, de hacerte daño. Pero no es así. Por desgracia vuelves a caer.

Piensas en el vacío que sentiste en su cama.Aunque te tuviese abrazada sabías que nunca estuvo cerca de ti. 

Nos seguimos diciendo a nosotras que él vale la pena, que el amor es así de complicado. Que se quieren, pero no pueden estar juntos.

Este es el calvario que sufre toda mujer que tiene un ex a quien no es capaz de dejar realmente. Todas tenemos a alguien así en nuestras vidas. Alguien que realmente no nos quiere pero que sabe que nos tiene ahí.Aquel que nunca será quien queremos que sea. Aquel que nos hace llorar y luego ignora nuestras lágrimas.

Deja de justificarlo. Él nunca busca excusas porque tú lo haces por él. Además, él nunca se sincera contigo y tú siempre le cuentas tus historias.

Siempre te dice que nunca tiene tiempo. Mentira. No tiene tiempo para TI. Y eso, amiga, no es justo. No es justo para ti.

Probablemente estás enganchada a ese hombre porque le adoras y no puedes tenerlo. Así que hazte un favor y deshazte de él. Empieza a fijarte en aquellos que sí estarían contigo. Abre los ojos y empieza a sentir que el amor no es eso. No dejes que gane una vez más.

Porque todos tenemos a alguien a quien volvemos una y otra vez. 


29 de septiembre de 2015

A ese hombre que no te merece.

Pasas los días pensando en cuándo todo acabará y la realidad es que no quieres que acabe nunca.

Ese hombre que hace de ti un títere, que cuando quiere te tiene y no le importa tus sentimientos, dile adiós. 
En las noches lloras en silencio por temor a que te escuchen, te pregunten qué tienes y sueltes en llanto.

¿En verdad crees que valga la pena todo eso?

22 de septiembre de 2015

Nos encontramos y nos perdimos sin nunca notarlo.


Quise escribirte esto porque aún hay cosas que siento por ti, porque aún sigo pensándote. Algunas son cosas amargas, que desearía olvidar, y otros son recuerdos dulces. Me gustaban tantas cosas de ti, me gustaba cuando me abrazabas, me gustaba tu sonrisa, me gustaba tu voz y tu risa, me gustaba observarte cuando hablabas. Siempre me perdía en tus ojos y también en tus besos.
Pero parece que todo lo bueno también tiene su parte negativa, casi como un complemento. Había partes de ti que no alcanzaba a comprender y otras tantas que me hacían alejarme un poco. Te gustaba siempre evadir ciertos temas, buscabas siempre salir ileso de todas nuestras discusiones, buscando siempre tener la razón. Puede que esas sean algunas de las razones por las que ya no estamos juntos. Solías sacar lo peor de mí y con el paso del tiempo todo comenzó a cambiar entre nosotros.
Dejaste de esforzarte, todas las muestras de cariño cesaron y aunque intentaba alejarme, te seguía queriendo. Tu distancia fue una de las cosas más dolorosas que tuve que enfrentar. Creí que podríamos llegar a tener una linda historia pero tú decidiste lo contrario: decidiste que no era lo suficientemente fuerte como para estar a tu lado, como para ayudarte en todo momento, como para apoyarte en cada meta que te propusieras.
No me permitiste ser esa persona que te diera palabras de aliento, que te motivara cuando quisieras rendirte. Quería ser eso para ti y mucho, mucho más. También quería que fueras esa persona en la que pudiese confiarlo todo, la persona a quien le contara todas mis metas. Todo sucedió tan rápido que terminé con el corazón destrozado al darme cuenta que no estabas dispuesto a hacer por mí todo lo que yo estaba dispuesta a hacer por ti. Las cosas se salieron de control y aunque quería que las cosas funcionaran las cosas se dieron de otra manera.
Creo que eres un chico extraordinario, a pesar de todo. Supongo que al final, con las ganas de serlo todo nos olvidamos de primero ser algo.

21 de septiembre de 2015

Por qué borrar tu número fue la mejor decisión que pude tomar.


Lo único que me ha quedado claro, es que no me amaste lo suficiente como para poder luchar contra todo y todos.
No me creíste lo suficientemente fuerte para ser tu soporte, tu compañía, estar a tu lado en los peores días. Si tú no sabes lo que quieres, en definitiva no eres el correcto para mí.
Yo estuve dispuesta a todo por ti, pero ahora es mejor dejarte ir.
No le tengo miedo a la soledad, ni empezar de cero. Sólo que uno se acostumbra a compartir los momentos con alguien. Pero como bien me dijeron, en la vida es necesario cerrar círculos para comenzar otros, aprender de la experiencia que te dejó el amor.
Todo tenemos derecho de enamorarnos una y otra vez hasta llegar al matrimonio, mientras vive y empieza por ti, porque cuando nada se busca es donde todo encuentra.
Te amo. Pero cuando se ama y esa persona no comparte tus mismos deseos, es mejor dejarla ir, al menos eso es lo haré con él.
Porque quiero que vuele alto, verlo crecer, triunfar, aunque no sea a mi lado; de nada sirve guardar rencor, odio, eso nunca nos dejara avanzar.
La vida es una ruleta de emociones y situaciones, piensa que quizás esa persona no era la correcta para ti y te espera alguien mejor. Cuando ames hazlo sin atadura, sin celos, pues el amor siempre debe ser libre, pero hay que saber respetarlo.
Deja que las cosas fluyan, sigue adelante con tu vida. Porque el hubiera no existe y el tiempo pasa muy deprisa.
Yo estoy dispuesta a comenzar de cero, porque me amo y sé que a pesar de todo me esperan muchas cosas mejores.
Debido a que me liberé del peso que mi corazón traía.
Y a ti querido amor,  gracias porque junto a ti aprendí y eso es lo importante.

16 de agosto de 2015

¿Cuándo voy a dejar de escribir de ti?

Y no es que no pueda olvidarte, no es el caso que aún te siga amando. Siendo muy sensata, quizá nunca lo hice. Siendo muy sensata, quizá el amor ni siquiera existe.
No es que sienta algo por ti, no es que te eche de menos, no es que quiera en la vida volver a besarte si bien tus labios y tus manos y tu poco estética nariz ahora me dan asco. No es que no pueda seguir adelante. No es que recuerde cómo beses tú porque, de hecho, encontré a alguien que lo hace mucho mejor.
No es que te quiera porque, en realidad, me dan pereza tus bromas infantiles y tan lógicas que hasta se ven venir.
Una vez te dije que ni siquiera me agradas. No entiendo, entonces, para qué seguir hablando como amigos si tú y yo ni siquiera eso somos. Te llamo cuando me siento insegura: cuando alguien (más) me enamora demasiado o cuando estoy en riesgo de que esa misma persona me rompa el corazón.
Ninguna amistad se sustenta en eso. La verdad, te lo he dicho, ni siquiera me agradas. (Pero, ¿qué sabré yo si asocio al amor con muerte?)
Fuiste más fantasía que persona. Fui más fantasía persona. Fui eso que necesitabas para dejar tu estúpido trabajo y todas las expectativas que te había formado tu familia, quizá. Fui eso que necesitabas, ese impulso.
Me hiciste creer que era tu chica perfecta. Que acabaríamos juntos por siempre. Y que los fantasmas, así de terroríficos, de esas dos niñas tendrían mi cabello castaño y no rojizo.
Y, a pesar de que con otros he tenido más de lo que en realidad tuve contigo, nadie me ha despertado eso en el interior que tú me mataste. La ilusión, retomo. La ilusión. La maldita ilusión e ingenuidad. Ésas, las que nos permiten enamorarnos como estúpidos, como niños con todas nuestras fantasías de películas y cuentos.
En fin, espero estés bien. Espero tu chica también.
Y yo sé que sigues leyendo esto que alguna vez fue todo tuyo entero.
Al igual que yo. Al igual que como te sentí, y en realidad nunca fuiste.

12 de agosto de 2015

Sé mío y compárteme.

Sé mío. Sólo mío. Sé discípulo de mis labios rojos solamente. Y de senos, fantasea sólo con los míos.
Sé mío. Sé mío, y compárteme tus lugares, tus secretos, tus cicatrices, tu piel, tus brazos, tus manos, tu tan oscuro cabello, tus miedos, tus delirios, tus obsesiones, tus infiernos, tu alma…
Sé mío, y compárteme. Compárteme tu cama a medianoche. Compárteme de tus licores, permíteme probar ese sabor etílico en mi boca, qué mejor aún si viniese de tus labios. Bésame con tu sabor a licor, a despecho, a desprecio. Bésame tan solo las comisuras y déjame como una tonta abriendo la boca y cerrando los ojos mientras se pierde en tu sabor.

6 de agosto de 2015

Arriesguémonos, entrégate, sucédeme.


Otro año de levantarme descalza y sentir la duela fría, de bajar a no desayunar y subir mis expectativas. Otro año de ver el reloj y recordar que lo adelanté diez minutos para que no sirva de nada, de no saber combinar mi ropa y salir faltándome todo menos los audífonos y la canción al azar que siempre resulta ser perfecta. Otro año de sonreír porque es lo que me sale mejor, de sorprenderme porque las nubes ya nunca tienen forma pero así me gustan más, de perder aretes en los viajes largos, de escribir para calmar demonios, de dormir pensando en nadie.

Pero para variar, podría no levantarme descalza, desayunar algo, salir a tiempo de casa y escucharme cantar una melodía que me recuerde a ti. Podría inventarle formas a las nubes, para que no las encuentres y mejor me abraces fuerte y me dé por sonreír. Podría leerte, escribirte,  dormir contigo y soñar en ti.

Sí, que este año sea de riesgos. O sea de amor, o sea de entrega, o sea de ti. Que me hagan reír tus peores chistes, que alivies mis pies fríos con palabras queditas, que me den ganas de cocinar y resulte lamentable y te burles de mí con un beso en la frente,  que la cama no alcance y nos bajemos a la alfombra y nos subamos al sillón, que le tome fotos a todas tus caras graciosas, o de indiferencia, o de placer, que me aprenda de memoria tus anécdotas y te pida que me las vuelvas a contar, que me digas “esto no lo sabe nadie” y yo guarde el secreto donde va lo que no se olvida. Que me tomes de la mano y a mí se me olvide el nombre, la fecha, o la ropa que llevo puesta. Que confíes en mí como yo confío en ti, porque estando juntos nos da por pensar que somos lo mejor nos hemos permitido que suceda, y al no tenernos, sabemos que no hay mejor futuro inmediato que volver a escucharnos reír.

Que me quieras, que te cuide, pero sobretodo que dure.

Si no con el tiempo, nos vamos a recordar cuando volvamos a algún lugar, en el nudo en la garganta que no querremos deshacer al escuchar una canción, en las madrugadas primeras de cada mes que te recuerden que algún día me llevaste a casa y no había luna, en los cuentos que nunca fuimos y las decisiones que no hacen arrepentir. Y en los momentos eternos que eran un minuto, porque la noción se perdía, el presente se abrazaba y nosotros sólo queríamos seguir besándonos con la luz apagada.

Tengo ganas.


Tengo ganas

De que me muerdas una anécdota en el lóbulo derecho para que te la cuente a pedacitos y la descifres con los labios húmedos de mí. De que me levantes el ánimo, la mirada, la falda, el hubiera; y me digas que no todo está bien, pero algún día sí, no me vas a soltar de la cintura, te aferrarás a mí como esa segunda vez en tu casa y tu cama, con las marcas de cinco días de aguantarnos los instintos y tres horas de disimular frente a todos los demás.

De que me digas que no, con el sí en la sonrisa y en mi paleta favorita que me compraste en el puestecito de la calle sin luz, que la escondas en tu bolsillo y que te meta mano, juguemos a que no la quiero encontrar para que te acerques, me huelas el cabello y yo respire profundo invitándote a pasar. Aunque te lleve adentro siempre, te siento bien adentro adonde quiera que yo voy.

De que me erices el momento, la piel, los puedeser. Que sean mis pezones los que me delaten, que sea tu lengua la que me advierta las consecuencias y tus dientes los que me castiguen la mentira de no quererte junto a mí. De que me desalientes los planes que tenía antes de quitarme la ropa. Porque mi plan era quitarme la ropa así, decente, con calma. Y no. Tú llegas a que te estorbe y me la arranques y cuando mire hacia abajo, ya me estés desarmando con los ojos, componiéndome con tres dedos y suavizando con los labios la incertidumbre demencial de lo que estás por quebrar dentro de mí.

Tengo ganas de que mi desnudez sólo combine con tus sábanas, con tus noches; con el calor de tu saliva, con la pasión de tus abrazos; con la presión que ejerce sobre mí un susurro, una canción inventada para el vaivén de mi cadera, una palabra que me excite porque viene de tu voz. De que me confundas y no sepa lo que quiero, y resulte que al final como al principio y como hoy, lo que quiero seas tú, sonriéndome de lado, preguntándome si “así”.  Escuchándome que “más”, escuchándome a lo lejos, pero en ti.

Tengo ganas de gritar a gemidos ahogados en tu cuello que me encanta que me tomes de la mano cuando me siento perdida, que cuando te equivocas me gusta besarte los ojos para que encuentres el error y lo enmiendes a mi lado, que eres el mejor amigo que cualquier amante quisiera tener como compañero de existencia.

Tengo ganas de que tus trazos torpes le dibujen un camino a los lunares de mi espalda, que el destino sea mi vientre manchado de estragos y tus besos en la frente el sello de autenticidad de un sentimiento que se percibe en lo empañado de las miradas y las respiraciones agitadas y a la vez. Tengo ganas de que sepas que te espero, porque sé que siempre llegas, sé que no te quieres ir.

Tengo ganas de que me vistas con calma, con la inocencia propia de un epílogo innecesario pero bien merecido, que lo lea de tus manos temblorosas y mis muslos con sudor, que lo lea en voz baja para no despertar sospechas de que amemos cuanto hagamos, y hagamos cuanto deseemos, en la unión de lo que somos o el espacio que nos demos, siempre tenemos ganas. Ganas de que no se acaben nunca nuestras ganas de querernos.

La historia que está pendiente de existir.


Guarda silencio, necesito que me escuches. Que me leas, que me veas; que me sientas debajo de tanta duda, donde arden despacito las ganas que tengo de que por fin te creas mis te quieros.
¿Ya tengo tu atención? Mira. Mira cómo traigo el cabello hecho un desmadre, las ideas desatadas, igualito que el amor. No me veas con esa cara, ni que fuera novedad el sentimiento. Es cosa de que te vayas acostumbrando, porque de aquí a que yo me rinda, a ti ya te dio por nunca irte. Y eso es lo que quiero, que te quedes. Y que quedes conmigo de convivir alguna noche, como ayer.
Te quiero, ¿ves? Como se quiere cuando uno ni enterado, se van metiendo al corazón las virtudes y los momentos memorables, así, sin avisar. Para cuando te vienes a dar cuenta, resulta que el amor sí existe, no duele y quieres más. Luego te vienes a enterar de que ya dedicaste una canción, ya se te salió su nombre en la platiquita cotidiana y ya no quieres despedirte. Y se te siguen metiendo las risas, los cumplidos inocentes, las cositas en común. Se te siguen enraizando a la sonrisa los acordes de su voz y te callas la propuesta de un mañana compartido.
Ven, vamos por una nieve. Que de cuál quiero, que me da igual, yo lo que quiero es estar contigo. Entenderle al café de tus ojos y que tú te enteres de lo que gritan los míos. Mirarnos entre letras sin sonido para adivinarnos el pensamiento más tenue y reírnos con los nervios de que comprendimos todo sin hablar. Ándale, que eso quería, un amorcito de esos a los que le sobran las palabras, que se entienden con la mirada y se reconquistan a diario con el roce de la piel.
Ten, te dejo mi corazón. Y un sinfín de caricias chiquitas que te buscan en la comodidad de cualquier lugar. Las manos extendidas atrayendo tu cercanía, los sentidos bien alerta para cuando te dé por hablarme inesperadamente.
Si pasan los años y no sucede nada, sé que tú y yo nos volveríamos a encontrar. No te apures, cariño. Tengo tiempo. Es lo que me sobra cuando todo lo estoy guardando para pasarlo a tu lado.