19 de julio de 2015

3:02 am.

Y ahí estaba yo. Acostada, sin sueño, terminando de ver Sex and the City 2 en la madrugada, sí, acordándome de él.

¿Cómo puede ser posible extrañar a una persona que te hizo tanto daño? 
Nunca lo sabré. Es más ni quiero saberlo. 

Lo único que me calma es darme cuenta que a pesar de todo, todavía tengo la capacidad de sentir. Es decir, veo una comedia romántica y aunque sé que todo es ficción, las chicas aún fantaseamos por encontrar a un hombre like in the movies, ¿es mucho pedir? O sea, no quiero un modelo salido de un comercial de Calvin Klain, but, seriously, is to much hard found one man que físicamente me fascine tanto como en lo sentimental? O sea, que sea sexy y tenga bonitos sentimientos. Soy una chica que lleva dos años soltera, gozando de fuckboys y estoy contenta con eso.
Tengo chicos guapos, pero sin los sentimientos. 
Why? Because only persons you love, is only persons can you hurt really bad. And I'm so tired of being the one who always comes out with a broken heart.

En una relación siempre doy todo, o sea, si no lo das todo ¿qué caso tiene? De eso se trata, de ser tú with another person. Pero se me olvidó una cosa; no entregar todo al menos que la otra persona esté dispuesta a dar lo mismo por ti. 

Y eso fue lo que me fregó por completo. 

Así es, una vez me entregué en cuerpo y alma literalmente, después de ocho meses me encontraba tirada en mi cama con un bote de helado oreo viendo “Ten things I hate about you”, como todas terminamos después de haberlo dado todo. 
Luego te das cuenta de lo poco que vale la pena el chico, te levantas y sigues como si nada, bueno, a excepción de que no quieres saber nada de hombres por un buen rato. Es ahí cuando aplicas la de Ana Serradilla en “Cansada de besar sapos” y te vuelves «hombreriega».

Y entonces sucede.

Sucede que conoces a un chico no tan común y no tan corriente para tus pupilas y te quedas quieta, como si el mundo se detuviera solo para que tú aprecies esa cara bonita, ese cuerpo que inevitablemente te lo imaginas sin ropa y en tu cama, pero tu sexto sentido femenino te dice que este tiene algo diferente a los demás. 

Te gustó un chingo pues.

Pasa que se sonríen, pasa que intercambian números. Pasa que de repente le empiezas a sonreír como estupida al teléfono porque «te mando un mensaje bonito» seguido del emoji de un changuito.

Sucede que lo conoces.

Es ahí cuando todo explota.
Salen, quedan de verse, la pasan bien, las miraditas, los besos tiernos, las llamadas hasta tarde, las pláticas interminables, los buenos días, las buenas noches, y entonces justo lo que no querías que sucediera, sin darte cuenta, sí, sucede.
Te enamoras.
Lo malo de ser una persona que odia las etiquetas es que nunca tienes bien claro «qué son» cuando estás con alguien. Si no estableces limites, suponemos que no hay ninguna clase de compromiso, but, come on! Is much necessary presumirme a tus putas? (Los celos se nos sale naturalmente por los poros).
Si quieres impresionar a una chica, basta con tener buena ortografía y ser un poquito inteligente, no un mujeriego.
Pero bueno, pasan los meses y te la llevas tranquilo con el chico, la pasas maravilloso cuando estás con él y podrías jurar que no existe cosa que le pusieras o quitaras a su forma de ser. 
Entonces te das cuenta que pasaste a ser exclusiva a él, porque nadie más te interesa mas que él, y eso pasa porque te sientes plena, satisfecha con él.

Y es ahí cuando una chica como yo, se entrega de cuerpo. Cogí con él pues.

O sea, neta, me llevó nueve meses para vida de coger con él sin ningún tipo de culpa y fue la mejor decisión que pude haber tomado, en serio. Tiene el cuerpo más escultural que he visto, me enamoré de cada parte de su piel, de cada lunar y de cada cicatriz, de las cuales me sé todas sus historias. 

Me enamoré de ese chico como ni yo tenía una puta idea.

Justo cuando te sientes en la sima, es señal de que todo está por bajar. 
Sucedió un día cualquiera, bueno, no tan cualquiera, lo recuerdo porque fue uno de esos días en los que te levantas tan de buenas que sonríes por todo. 

Así estaba yo el día que todo acabó.

Pasa que se te va el tiempo disfrutando de cada momento que se te olvida aclarar los límites. Es entonces cuando terceras personas salen a relucir y romper tu burbuja no de amor, mas bien de ilusión, deseo, fantasía y esperanza.

Y te encuentras justo donde empezaste, acostada, viendo una comedia romántica mientras comes helado. 

My point is, el amor que nos negamos a sentir día tras día sea cual sea el motivo por el que nos haya destruido antes, es inevitable que lo vuelvas a sentir, porque tarde o temprano llega alguien o algo, que te hace sentirlo quieras o no. No puedes ir por la vida siendo alguien que solo quiere sexo, es decir, Samantha Jhons lo hizo por años y aún así le llegó alguien que aunque no quisiera, tocó su corazón. 

No tenemos porque sentirnos obligados a ocultar nuestros sentimientos solo porque sabemos que terminará mal. Maybe yea, maybe not, whatever, ama. Incluso cuando esa persona no está sintiendo lo mismo por ti, me gusta suponer que de eso se trata la vida, de riesgos, de que te valgan los prejuicios, si haces lo que sientes y quieres, nada más importa, it's your feelings. 

Deja ir si es necesario, pero jamás, jamás ruegues, hay más personas dispuestas a darlo todo por ti. El pedo es que te encuentren.

Hoy, a apenas días de nuestra despedida, puedo decir que lo nuestro no fue amor, a pesar de que me la vivía llamándole así de cariño, no lo fue. Fue deseo, fueron ganas, fue una aventura, fue querer, fue locura, fuimos eso que no se cuenta ni se admite, pero que nunca se olvida.
Pasaran los meses, años, y estoy segura de que verlo me provocará nostalgia al recordar todo eso que tuvimos, porque con eso me quedo, con lo que tuvimos. Porque en algún momento de nuestra pequeña historia existió un nosotros.

Lo quise, lo quiero y lo querré por siempre.

Soy la chica que se enamoró de un «fuckboy», y ¿saben? lo volvería hacer. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué te pareció?