5 de agosto de 2015

Renegado y terco corazón.

Ay, corazón. Ya ves, te lastimaron. Te has resguardado en la guarida de mis pulmones, para que nadie acabase contigo. Ahí, solito, y con tanta hambre y un poco de frío, te mantuve quetecito para que no me delataras.
Eres inmaduro y tierno. Como un niño.
Impulsivo, decisivo y, sobre todo, provocante. Eres un renegado adolescente, corazón. A todo lo que te daría buen sexo le quieres para que te consuele.
Mi corazón, mi vida, mi tesoro más grande y aquel pisoteado, destrozado, desamparado y golpeado. Eres tan frágil y tan precioso. Eres un diamante, corazón. Un diamante en bruto.
Y te digo bruto porque vas, dos o tres pasos, para caerte de nuevo. Corazón mío, eres bastante idiota, terco, aferrado e iluso. Pretendes que todas tus fantasías se materialicen conmigo.
Y yo… yo me dispongo a sentir este vacío en el estómago por ti.

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