Hay caminos tan inciertos como trazarlos sobre arena, hay
piedras que insisten en hacernos caer, ramas viejas que esconden recuerdos
hirientes y cielos grises que nos pesan cual ropa empapada que nos impide dejar
ir.
Existen amores que terminan desde que nacen, consejos que
llegan a estrujarte por dentro, orgasmos que nunca se convierten en sentir,
placeres que después de tres noches se vuelven necesidad.
Pero tú representas esa levedad que adormece a mis
tormentas, esos espasmos de pasado que se alivian con tu voz, ese equilibrio,
esa tregua en mi interior.
¿Por qué querrías irte? ¿Por qué no habrías de permitirme
llegar? Soy lo que no has vivido, el motivo perfecto para tomarle nuevas fotos
a tu presente, la razón suficiente para caminar descalzos en un lugar que no
habríamos pisado jamás, la excusa innecesaria que darás cuando pregunten por el
brillo en tu mirada, el vuelo hacia el ensueño que emprenderás después de algún
suspiro sin intención.
Así que no anticipes mi dolor, no predigas sufrimiento. No
dejes que fluya más verdad que la de estas manos, que sin soltarse guardan un
amor en inocencia, un universo para dos.
Deja que nuestros besos lo discutan todo, que las caricias
debatan hasta la extenuación, que la humedad de nuestros cuerpos disipe dudas,
y nuestras respiraciones en sincronía acuerden eternidad.
Deja que nos sorprenda de manera auténtica lo común y que
todas las banquetas recuerden la seguridad de nuestro andar. Que no haya risas
más sinceras, ni silencios más cómodos, ni lugar mejor para la dicha compartida
que todo cuanto deseemos conquistar.
Permite que suceda. Permite que en cada paso hacia lo
cotidiano, reinventemos hasta lo incierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué te pareció?