Lo nuestro siempre fue un caso perdido. Fue un caso especial.
De esas cosas que te pasan una vez en la vida y no llegas a entenderlo nunca, o simplemente nunca te pasa, y sigues viviendo normal.
Lo nuestro rebasó distancias y rebasó caricias. Era buscarte entre las sábanas todas las mañanas deseando que ese sueño fuera verdad. Pero solo había realidad en mi vida, siempre la ha habido, nunca has estado tú.
Quiero que sepas que te amé como a nadie jamás he amado. Quiero que sepas que te extraño y quiero volver a estar contigo.
“Estar” no es el verbo perfecto.
Yo quería estar a tu lado en un sofá viendo tele, riéndonos de estupideces. Quería irme un mes de vacaciones contigo y despertar en tus brazos todos los días. Yo quería desnudar tu ser y fundirme entre tus caricias.
Mi vida ahora se divide en “antes de __” y “Después de __”. Yo no podría pedir más.
Tengo muchas ganas de buscarte, de volver a soñar contigo, de revivir lo que se nos fue de las manos.
Todo nos interrumpió. Todo lo perdimos.
Ahora cada paisaje me recuerda a ti, todo es un “si él estuviera aquí…” y vuelvo a sentirme vacía a pesar de que haya cumplido un año de no saber absolutamente nada de ti.
Lo nuestro fue un caso especial, irreal.
Somos un cuento que a nadie se le ocurrió, o que alguien lo dejó a medias. Somos la pluma sin el papel. Algo que no termina… a medias, siempre a medias.
Fuimos y seremos algo que no ocurrirá jamás.
O no sé… quiero guardar la esperanza de que algún día por mera casualidad nos encontremos y yo pueda decirte de frente “Hola, soy aquella chica que se enamoró perdidamente de ti, soy la que soñaba con casarse contigo, soy aquella pequeña que viste crecer… soy la que siempre te amó y siempre te recordará. Mírame, soy tu alien”.
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